26.6.09

Mi papá Hernan Jaramillo Londoño.

Hoy son 3 años. Y sigo debiendo las palabras precisas para expresarle lo que siento.
Solo puedo decirle hoy, que lo extraño y lo quiero tanto tanto......






24.6.09

A Boy Named Sue

-Soy una chica ruda, se decía Julia mientras oia A Boy Named Sue de Cash. Lo decía con cierta melancolía. Pero le quedaba difícil siquiera parecerlo, con esa voz aguda y sus ojos aguados siempre que se ponía dura la cosa. Siempre andaba quejándose de su suerte, si era color rosa sacaba su marcador indeleble y escribía encima cuanta estúpidez se le ocurría hasta que todo se volvía confuso... que si todo parecía tranquilo, fingía remolinos emocionales y pretendía que todo el mundo tomara baños de mar al amanecer, y que de vez en cuando alguien actuara como si se estuviera ahogando.

A Julia le gustaba pensar que habría sido de ella en otras circunstancias, si en vez de ser venerada o querida, pudiera renacer. Mientras pensaba eso, adoptaba poses en el espejo, tomaba un cigarrillo y simulaba que todo le valía mierda. Le gustaba actuar, fingir que sabía nadar. Aunque cuando toda esta mierda llegó, ella fue la primera en ahogarse, pero antes de hacerlo, se aseguró de llevarse a la esperanza consigo. Julia nunca volvió a ser la misma después de aquel incidente, pero nadie lo notó hasta que dios le gritó a lo lejos que se estaba comportando como una perra y ella dijo que no, babe i´m on fire y que recordara que él mismo fue quien la hizo de un material inflamable y entonces en el fuego todo arde y se consume y a Julia le gustan las cenizas, le gusta ver como se las lleva el viento y a su vez, como es incapaz de llevarselas todas.

Las malas lenguas dicen que Julia está irreconocible. Que es un monstruo, que se ha llenado de odio. Y nadie entiende, nadie ve, nadie oye que Julia antes de incendiarse, estaba intentando sobrevivir. No tan digno como la gente quisiera tal vez, pero si tan real como pudo hacerlo. Y no supo que hacer con su pasado, y no supo que hacer con su dolor y no supo que hacer con la palabra futuro (que se le antojaba inexistente y dolorosa) y los sueños que también llegaban con esas predicciones fatídicas y decidió terminar el trabajo que alguien mas empezó y lo incendio todo en un solo acto, y de paso se incendió ella misma, tal vez por error o convicción, pero no hubo mas oscuridad, no hubo mas tinieblas, todo estaba azarosamente iluminado, encendido y a Julia eso le pareció hermoso.

19.6.09

A Wolf At The Door vs. The Tourist.


Yo sé que fui yo quien se lo dijo, así tan claro como pude, una y otra vez: put me inside, put me inside…… Mis deseos jamás son órdenes, pero me veo complacida de vez en cuando. Put me inside cariño, que hace frío y esta loba jamás aprendió a caminar en tacones… Put me inside que me pongo melancólica y azul detrás de esta puerta. Pero él solo es un turista en aquella casa y no sabe donde guardan las armas, no sabe donde está el hacha ni el café, no sabe que hacer conmigo y es que jamás había tenido un lobo detrás de su puerta. Put me inside y le muestro mis uñas y mis colmillos y le digo: jamás podría usarlas contigo cariño, no es mi estilo. Pero él no me conoce y se cree más astuto que yo (y seguramente lo es), abre la puerta y se ve enorme, parece un cazador de cuentito y me dice que no intente estupideces, que aquí las cosas son como él dice, y yo sonrío y es que se ve tan sexy intentando intimidarme mientras solo está con una bata y calzoncillos. Finge ser el dueño del bunker, finge conocer todo a la perfección, finge sentirse cómodo, finge tanto que yo se lo creo absolutamente todo. No soy una loba desconfiada a pesar que mi madre intentó advertirme leyéndome una y otra vez el cuento de caperucita. No le tengo miedo a cazadores ni a abuelitas. Pero este no es ni lo uno ni lo otro, es un turista. Un turista que está en casa pero se siente lejos de ella. Y le jode de sobremanera no saber donde se encuentra, le jode no saber cual es el siguiente lugar a visitar, le jode no saber a quien tiene al frente aunque le he dicho que me llamo Juliana. Pero él finge y me dice que me ponga cómoda. Me quito los tacones, me acuesto en la alfombra, prendo mi cigarrillo imaginario y le cuento historias bonitas, le hablo de mis enfermedades, le digo un secreto impronunciable. Me disfrazo de pastelera, me desperezo, me acerco, lo olfateo, me deslizo, me confundo, me siento de nuevo en el sillón casi desnuda pero ahora huelo a menta. Por su parte, el turista se siente más tranquilo, saca el whisky, se toma uno, dos, tres vasos, siempre puro y sin ningún hielo. Se siente más eufórico y cree que puede llamarme como quiera. Y no, que no me gusta que lo haga. Curioso, a esta pinche loba la menta la vuelve susceptible, pero el turista no entiende eso. Se levanta y jura irrisoriamente conocer a las de mi especie y vuelve a llamarme una y otra vez de mil maneras. Ni soy Lucia, ni Esperanza, ni nada que se le parezca. El turista se siente traicionado, indignado que no pueda ser lo que él quiere que sea, que no quiera jugar ahora que me han puesto reglas y es que tal vez soy una maldita de esas que no saben lo que quieren pero tampoco quiere que se lo digan. Busca y busca, quiere su escopeta, algún cuchillo, cualquier elemento filoso y de pronto su rostro no es el mismo, se ve mas envejecido, mas morado, un mosquetero caricaturesco y yo no sé si es el jet lag, la altura, algún síndrome que no conozco o soy yo que he enloquecido y comienzo a desvariar. El bunker se hace mas y mas pequeño, y todo comienza a abandonarnos, excepto el olor a menta y whisky que sigue ahí…… y yo, que me niego a irme esperando no se qué, la verdad. El turista se me acerca y me llama en voz baja Diana, o Fulanita, o cualquiera, me dice que es una lástima que no encontró su escopeta, porque la historia sería distinta entonces, tiene una maleta en su mano, finalmente no será mas un turista, se va, regresa (no se a donde). Y mejor eso a terminar la historia como terminan las historias que no saben acabarse, con todos los personajes muertos, y uno que otro por ahí medio vivo sin que nadie sepa (excepto los espectadores) para poder hacer la segunda parte.

Welcome to the Jamrock!!!

Some boy noy notice, them only come around like tourist

16.6.09

Divagaciones.

Hace unas noches el inconsciente me mostró a una ciudad en caos. Anarquía y polarización. O estás con Homero Simpson o estás con Bugs Bunny. (Me alegró saber que me decidí por Homero). Soy monofónica por estos días, todo entra por un oído, a menos que mueva la cabeza de la manera correcta y entonces Ray Charles ya no canta solo, sino que está acompañado de sus chicas y así todos contentos. Pero mi cabeza pocas veces suele moverse correctamente. En dos días me han sugerido que el bigote que me queda es el bigote tipo “Hitler”, solo otra persona sugirió el de Dalí, y yo que pensé que lo mío era tipo “cowboy”, algo mas rudo, mas denso, mas “macho”. A la hora de la verdad, no fue ni lo uno ni lo otro. Nadar y nadar, aprender a nadar, el escapulario que no va con eso y se va al fondo de la piscina una y otra vez y yo, que me niego a abandonarlo. Que mi brazo izquierdo se encoge y no quiere hacerlo de la manera correcta, tiene miedo escénico o soy medio entumida. Mis primeros 525 mts, y todo lo que pienso mientras estoy sumergida, es tan diferente a todo lo que pienso cuando estoy afuera. Me gusta más ahí adentro, más sola, más tranquila, más húmeda y con menos aire. Y luego me escapo, me pierdo, me escondo. Me voy con mi chica favorita a teorizar sobre las “relaciones humanas”, conversación ambientada por un salpicón y mientras estoy en su cama oyendo una historia de amor (que puede ser cualquiera o que puede ser “la historia”), creo que puedo caer en un sueño profundo del cual no saldría en tres días. Pero que es sábado en la noche y todos salen de fiesta. Todos, excepto yo, que me voy a comprar algo para cocinar. Algo para él, para el otro, para mi. Pareciéramos una familia feliz: Un tres que no es multitud, un dos que me hace serenata, mientras yo propongo lanzarlos al estrellato. Y un uno, que soy yo, y que se dispersa, que no dice todo lo que piensa, pero que sonríe intermitentemente. Yo que soy un accidente en su vida, y él, que siento que me quiere a pesar de eso, y el otro, que es su hermano y lo libera y se intoxican y me cuentan historias y su Canto de Ossanha que es mi canto, y Vai, vai, vai, vai, não vou, Vai, vai, vai, vai, não vou. Y en ese estado solo pienso en chocolate. Pero no quiero devorarme ni al conejo azul, ni al rosa, por mas que haya uno que está deforme y derretido y que no se ve hermoso, pero yo le quiero así, acompañando al otro, sin importar que. Afortunadamente tiene un plan b para mi y me salva de cometer chocolaticidio con aquellos conejos. Y duermo y a la mañana siguiente soy Genoveva y voy y vengo con sus flashbacks, y sus filibusteros y su París y Marie, que es escalofriante e impredecible, y sufro por la suerte de Federico, su amor perdido; y su caída en desgracia, sus dos encierros, y el planeta que tiene en el universo. Y vuelvo a dormir. Y reencarno otra vez en Genoveva, así todo el día, hasta que creo que ni volveré a ser La Falsa Alicia, ni que podré dormir en toda la noche. Afortunadamente apareció Fellini y me acompañó en mi insomnio, hasta que no fue mas insomnio y dejé de ser la tejedora de coronas y volví a ser yo y dormí profundamente de nuevo.

3.6.09

Los Amorosos.

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.

Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.

JAIME SABINES.

Y yo me siento así, como la hidra del cuento. (mas detalles adelante).

Sueño que sueño.

Soñé, a pesar que el viento me despertó de noche, porque soplaba tan fuerte que parecía que todo iba a volar: el techo, el dragón de comodo y yo.

Soñé que el día que nos reencontremos será en un Carnaval, yo iré descalza y la calle estará fría y mojada. Habrá euforia y con tanta gente en la calle parecía imposible encontrarnos. Te veré entonces y no podré saludarte, me escaparé entre la multitud y luego tu llegarás a mi. No sabré como mirarte, no sabré que esperar, hasta que tomas mi mano y me dices que me quieres, que me has extrañado, que todo lo que pasó ya pasó y que ahora podemos ser amigos. Yo te diré lo mismo entonces y tus ojos llorarán y mi voz se quebrará. Nos daremos un gran abrazo y pensaré en medio del Carnaval, que por fin las heridas han sanado, que lo realmente importante en la vida, trasciende mas allá de la tormenta. Nos despediremos y seguiremos con nuestras vidas, pero el corazón se sentirá aliviado de no tener que cargar mas aquel peso.

Desperté y supe entonces que solo fue un sueño. Pero lo digo hoy, porque creo en medio de tanta tristeza que con solo desearlo es posible. Mi sueño es futuro, es una premonición, ya verás, y sobretodo lo veré yo, que soy la más escéptica en esta historia.

2.6.09

Radiografía del Blue Fucking Rabbit en 700 palabras

Mientras él protesta porque su nombre sea bien pronunciado, la Falsa Alicia jamás lo llamará por su nombre. En vez de eso, decide llamarlo Blue Fucking Rabbit, creándole así un lugar en el país de las maravillas. Estos 15 minutos de fama lo hacen sonreír. Lo que no sabe, es que una vez terminado el tiempo, la Falsa Alicia probablemente regresará al White Rabbit (siempre lo hace). Y el Blue Fucking Rabbit será un bonito recuerdo imposible que concuerde con él (finalmente la que está escribiendo está historia soy yo).

El Blue Fucking Rabbit despelleja otros conejos con el único fin de seguir siendo el más guapo de su especie y que nadie le quite su coronita. Habla de selección natural, elimina a los rengos, a los ciegos, a los conejos viejos, pero también a los que recién entran al ruedo, a los adonis y a los bien parecidos. Los despelleja con un cortaúñas rosado, bastante aséptico y bonito como para levantar sospecha alguna. Luego los hierve junto a alcachofas durante 4 horas aproximadamente. Los restos de sus archirivales los entierra en su mata de ají.

Su dieta alimenticia se basa en moscas, caracoles y corazoncitos de pollo (le dice corazoncitos para simular ser dulce, pero se los come sin compasión). Y tiene una extraña suerte (gracias a sus 4 patas, tal vez 5).

Su superhéroe favorito tiene su mismo nombre (lo cual no es ninguna casualidad). Si la Falsa Alicia tuviera que adivinar cual sería su traje, apostaría por una lycra rosada eléctrica, con no muy sutiles corazones bordados en hilo fucsia (incluso plateado). Nada de capas. Y por supuesto un antifaz color negro.

Siempre usa las mismas palabras con su humilde servidora (y seguro que con casi todo el género femenino del que le interese algo); palabras como mamacita y bombón. Excepto con su chica favorita, su gata, la cual es mas conocida en el bajo mundo de sus cobijas, como la enana churra, o algo así. (Juro que cuando hablo de gata, me refiero a un animal de 4 patas y 9 vidas).

Tiene un espejo en su madriguera que hace ver mas guapo y flaco. Y el baño está mejor surtido que Fedco, además cuenta con la mejor toalla que haya probado en mi vida. Hedonismo puro. Y una vez aprendes que no tienes que esperar mas que eso de él, puedes trascender para tenerle un cariño que se parece a un cactus, aguanta mucho y no necesita ser regado todos los días.

Su hobby es mentir, pero parece que puede contestar sinceramente con solo pedírselo, y como su nombre lo indica (nada es gratuito), el Blue Fucking Rabbit puede comportarse como un cabrón, como un consultor de mercadeo, como una princesita o como un escritor. En este caso, no hace falta preguntar cual es su personalidad más recurrente.

Además de sus múltiples personalidades, nuestro querido conejo, es un digno jugador de ajedrez, el cual siempre juega en un tablero viejo y curiosamente rectangular (herencia de su abuela coneja). Digno porque jode a tu rey con elegancia, nunca tiene afán de comerse ficha alguna y prefiere tener todo bajo una baja tensión y una declaración de guerra continua que no se sabe cuando va a desatar. En cambio, cuando está pensando en como joderte a vos, no mueve muchas fichas, no las necesita. Es más básico, más directo y de paso, más previsible. El reto tal vez es menor, pero no por eso menos divertido.

Por último, pero no menos importante: lo más probable es que siempre tenga las uñas pintadas de un color más escandaloso que las de cualquier chica.

*Parte de la colección del Bestiario personal.

Call me my love you can call me any day or night !!!

1.6.09

A quien corresponda.

A quien corresponda.

De antemano debí intuir o pensar que mucho de lo que se habló era pura mierda, de esas palabras que salen porque el momento supera la realidad y uno se vuelve cursi o romántico y dice cosas que suenan bonito y como suenan bonito, pues que nos vamos a poner a pasarlas por polígrafo, cerramos los ojos y nos tragamos todo entero. Al menos yo. Y eso que después de ciertos personajes cuasi históricos en mi vida, aprendí algunas mañas. Pero me aburre poner esas mañas en práctica o andar sospechando o usar la lógica de “todos son cortados con la misma tijera”, pero debería al menos, dar el beneficio de duda y no comerme todo el cuento, que mi pose escéptica no sea solo una pose. Dejar que el bla bla bla llegue, pero bien puede irse tal como llegó y no guardar nada en mi imaginario y “todo bien” como dicen casi todos. Frase que logró en algún momento de mi vida, sacarme de casillas. ¿Acaso no hay nada mejor que decir cuando se acaba una relación? Acaso no es mejor dejar de ser políticamente correctos y decir, no, NADA BIEN, pero de esto no nos vamos a morir, así que seguramente el día de mañana si será todo bien, pero hoy no, hoy no lo es porque estamos mandando todo a la mierda, y eso duele, le duele al corazón, a veces solo le duele al ego, o simplemente no es tan fácil dejar ir. Me cago en el “todo bien” y lo que quieren hacer callar con eso. Y si sueno un poco emputada, culpen a la pinche migraña que me acompaña hoy, y porque de vez en cuando es bueno sacarse toda la mierda así no venga al caso. Tal vez sea más terapéutico que el sevedol que ya me tomé y que no ha logrado quitármela hasta el momento.

Además es extraño como la lógica de las cosas hacen que uno tenga que comportarse de tal forma porque simplemente se está en desventaja. En desventaja en teoría, porque como has empezado las cosas mal, entonces es como si uno perdiera todo derecho al menos a decir lo que se siente, a protestar de vez en cuando, a no estar de acuerdo con ciertas cosas y sobretodo a que le crean. En otras palabras, como soy un lobo y me he comido a varios corderos, no puedo venirme con el cuento que tengo mi corazoncito y que ciertas cosas me entristecen. Ah no, lobo feroz al fin y al cabo y en ese tipo de historias no hay matices. Hay roles para todos pero bien definidos: el mentiroso, el engañado, la víctima, el victimario (espero que haya escogido el suyo como mejor le parezca y le complazca, claro está). Y colorín colorado, no hay términos medios.

Pues este Loba Feroz declara que sus dientes afilados no son solo herramientas de trabajo, también hacen parte de una sonrisa no siempre maliciosa y malintencionada; que si bien no prometió ni dibujó futuro alguno y solo pudo ser un hoyo negro, habló con sinceridad o al menos intentó hacerlo y que la historia que construyó alrededor si bien tenía ese final tan esperado, jamás fue insensiblemente planificado; que no es tan monstruoso estar confundido (suele pasar, incluso a los de su naturaleza ya verá) y que lamenta profundamente haber empezado algo. Declara además sentirse completamente estúpida al pensar que podía ser amiga del caperucito rojo, y haberle confesado muchas cosas en la casa de su abuelita, como si en verdad aparte del caos y la sombra, existiera una fraternidad real, fraternidad desbaratada en una frase seca pero que seguro le alivió el corazón.

La próxima vez, no hay necesidad de invitarme a Lisboa. Ni mía de no ver lo que hay detrás de eso.

Nos esfumamos. Me esfumo.

Una loba cualquiera.