21.1.11

En medio de la histeria, Tom Waits me acompaña....

Amazonas (pt. 1)


El imaginario de viajar al Amazonas, de poder señalarse en un mapa de Colombia, viajar a ese punto de frontera con Brasil y Perú.  Volar durante muchos minutos sobre selva que parece inacabable, árboles y árboles, ríos como serpientes que atraviesan el verde, aterrizar en un aeropuerto pequeño, digno de una ciudad de 38 mil habitantes o algo así.  6 días, 3 de trabajo. 
Humedad y humedad, loros sicóticos que a las 5:30 de la tarde se reúnen en ciertos lugares a hacer una algarabía que aturde e impresiona, motos, taxis, moto-taxis….. 

Atravesar la frontera con Brasil para llegar a Tabatinga es solo cruzar una calle, no hay trámites, no hay paranoia, no hay letreros ostentosos que indiquen absolutamente nada, solo hay policías inofensivos de lado y lado, los nuestros que se ven un poco caricaturescos a comparación de los de Tabatinga, dos grandulones extremadamente armados, que valen como por 8 nuestros.  Llegar a la Casa Do Chocolate, que te persigan amablemente por todo el almacén cargando todos los dulces que vas a llevar…. Comprar chanclas entre una infinita posibilidad de colores y estilos… Comer en 3 fronteras, probar el pirarucú de muchas maneras, tomar caipirinhas por 4 mil pesos.  Encontrar montones de iglesias evangélicas.

Regresar a Leticia.  El trabajo nos permite conocer a indígenas de diferentes comunidades, oírlos hablar, conocer un poco su visión, su cultura.  Don Jitoma, un señor uitoto que se sienta en la palabra durante 2 horas y filosofa y filosofa sobre la vida con un orgullo de ser quien es.  Ir al otro día a una maloca, mambear con Don Gustavo y probar el rape (tabaco molido que se consume por la nariz), ir a conocer la chagra, caminar por la selva, ser víctima de los mosquitos, comer mas pirarucú, probar el cazabe, la fariña, comer piña desteñida pero dulce, mambear más.  Los ríos que aparecen por toda partes, mas humedad y la luz de la selva, que no puede capturarse en fotos.  Pájaros y mariposas, ejércitos de hormigas y todo lo que oculta el agua oscura del río.

Al otro día, dosel, que es como el límite de los árboles, en el Amazonas es de 35 metros.  Trepar hasta llegar ahí por cuerdas y arneses, descubrir si se le tienen miedo a las alturas, pasar por canopy entre los árboles para descender al final en 15 segundos.  Encontrar a menos de 2 metros ranas venenosas de colores hermosos, nidos de tarántulas y telarañas enormes y ver al gran caimán negro.

Y luego dejar Leticia rumbo a Puerto Nariño.  (y hasta aquí la primera parte).

10.1.11

Erase una vez un afecto.

Están los afectos que se viven a diario y los que se empolvan.
Los públicos y los secretos.
Los pasajeros y los que no se van jamás.
Los que acompañan y los que lastiman.
Los que uno pone en un pedestal y los desafortunados.
Los bienvenidos y los que uno quiere arrancarse a pedazos.
Afectos tranquilos, turbios o desesperados.
Los que sostienen y los que derrumban.
Los que se aparecen de la nada y los que existen por siempre.
Afectos miedosos, condenados moralmente.
Afectos impredescibles, necesarios, defendidos a capa y espada.
Otros imperceptibles, egoístas, celosos de otros afectos.
Afectos peludos y babosos, de cuatro patas y arrugados.  Afectos inexplicables, absurdos y hermosos.
Este 2011 empieza con el corazón revuelto, invadido de afectos y con la certeza de no querer abandonar ninguno, de sostenerlos tal cual son y aprender de su naturaleza.  Finalmente, es una fortuna querer y ser querido.