22.9.09

Palabra del día.

paramnesia.

1. f. Med. Alteración de la memoria por la que el sujeto cree recordar situaciones que no han ocurrido o modifica algunas circunstancias de aquellas que se han producido.

21.9.09

Entre lo virtual y lo real.

La pregunta es: ¿ante la realidad prefiere usted la virtualidad? ¿o ante la virtualidad usted prefiere la realidad?. Depende del caso, depende de la persona obviamente y claro está, de cómo esté la situación.

En mi caso, por lo general, me quedo con la realidad, con ese café que uno puede ir a tomarse, incluso aunque sea uno indecente, de 5 minutos y que probablemente le va a caer mal a mi panza, que con una tarde entera de conversación en el chat, sobretodo una normal, que no revela nada, que no dice mucho y que puede ser una de tantas. Y que quede claro, no tengo nada en contra de las relaciones virtuales, finalmente así terminé ennoviada por 6 años y mi mejor amigo salió de icq y soy incapaz de llamarlo por su verdadero nombre, para mi siempre será Pink Tomate. Y de eso van ya como 8 años. Pero son relaciones que empezaron así y que luego trascendieron a la distancia, los bytes y los mails.

Lo que me parece ridículo del asunto, es que ante la imposibilidad de tener una relación con alguien (y aquí cada quien pensará en su mejor ejemplo), lo físico quede vetado, pero lo virtual no. Es decir, seamos amigos de de facebook, twitter, cuanta güevonada exista en la red, pero ni se te ocurra aparecerte en la vida real, nada de saludarme en la calle, mucho menos por teléfono, nada de algo que nos insinúe que somos medianamente conocidos y que hay un afecto de por medio, que tenemos una historia que trasciende a toda esa mierda. Ridículo porque si de sacar a alguien de la vida se trata, pues entonces habría que hacerlo de todas partes. Eso pues, cuando las cosas están mal, insoportables e insostenibles. Básico, por salud mental lo que uno debe hacer es borrarlo de todas las cosas que permitan seguirle la pista, espiarlo, buscarlo, enterarse de lo que uno no quiere saber. Pero la virtualidad permite ocultarse, “informarse”, seguir hilos y dejar otros para que lo sigan a uno. Borrar, bloquear, deshabilitar a “esa persona” y todo lo que tenga que ver con ella, puede ser considerado como un acto infantil, algo políticamente incorrecto, como un ataque de histeria. Y si, yo solo fui capaz de borrar a casi todos los amigos de mi “ex” en facebook en un ataque de esos y no con la cabeza fría. ¿Me sirvió? Claro, aunque sentí un poco de culpa por lo que pudieran pensar, finalmente yo les cortaba la cabeza en pro de mi salud mental y no porque ellos fueran antipáticos o demás, pero no quería enterarme de nada, cada vez que lo hacía terminaba en crisis. Morboso interés el mío por conocerle a su nueva chica o su nueva vida y seguir rearmando una historia que ya no me pertenece. Así que hay que agradecer en algunos casos la rabia. Esa que ayuda a cortar lazos a machetazos. Habría que confiar más en ella y dejar la culpabilidad de lado a la vez que la educación y los buenos modales. Repito, que esto es para casos extremos y para cuando “dejar a alguien” no es un pajazo mental.

Y bueno, para no ser tan extremista, hay casos en que las cosas se han deteriorado tanto, que uno no puede mirarse a la cara, conversar, tomarse ese café, que las relaciones solo “aguantan” la virtualidad. Unos paños de agua tibia que ayudan a aliviar en muchos casos esa distancia que se hace evidente y necesaria. En ese tiempo, las cosas deben enfriarse pero no lo suficiente. A veces se convierte en un tira-y-afloje absurdo, pero cada quien con su cuento. Y en algunas veces, pues ese mínimo contacto (pero suficiente para estar muy enterado) permite regresar a ese punto que parecía inflexible desde un principio.

Y es curioso, yo que tengo casi toda mi vida publicada, mi chico es el personaje mas arcaico y desinteresado del mundo en ese tipo de cosas. Revisa su correo cada 4 días, tiene facebook y ni siquiera sé por qué ya que lo revisa mucho menos que su correo, le he insistido por un flickr y me dice, si, si, pronto…… Jamás he chateado con él desde que lo conozco porque jamás lo he visto conectado en algún lugar y sabe que tengo un blog y le gusta que se lo lea a veces, pero no lo revisa como buscando quien sabe qué. El día que terminemos, si quiero encontrármelo será en la tienda de Doña Esperanza, porque por la red será difícil. Es algo extraño, pero me gusta así.


*Se oye: Wooly Bully de Sam The Sham And The Pharoahs.
Sympathy for the Devil de The Rolling Stones.
Berimbau de Astrud Gilberto.


Alguna vez me bautizaron Ofelia.


16.9.09

Eventos.

Chinito chinito, toca la “malaca”. Esta semana me he enamorado perdidamente de Truman Capote. Pasamos muchas horas juntos estos días y de todas sus historias, me gustaron dos en particular: Ataúdes tallados a mano (Relato real de un crimen americano) y sus Vueltas Nocturnas (o cómo practican la sexualidad los gemelos siameses). Este en particular, me recordó a Maria-Marie y me pregunto que será de ellas por estos días en los que intento no estar tan bipolar.

Anoche me reencontré con el Señor Lobo. Me reencontré después de la espera y la lluvia y de mucho tiempo. Se me olvida a veces lo bonito del hecho. Él a pesar que siempre me lo ha dicho clarito, que soy muy consentida y protesta cuando le hablo con mi voz de niña mimada, me consiente como pocos. Me tenía un acordeón esperando en su nevera (dulcecillo delicioso que merecería un post aparte) y de paso, una conversación pendiente. Una conversación que debió existir hace un año, pero que retardé y embolaté tanto que luego se desdibujó la situación y parecía no importar. Suele suceder. En ese entonces me desaparecí, porque no estaba preparada, porque tenía mi corazón roto, porque odiaba sentir que todo era secreto aunque no había nada que ocultar, tenía miedo de “arruinar” la amistad e igual la jodí. Que se yo. Ahora todo parece tan vago, que podría estar diciendo cualquier disparate. Por eso, volver a estar ahí y que me lea las historietas de Liniers con ese tono y acento argentino que le pone, me hace muy feliz. Nos actualizamos de los magnos y bizarros eventos de nuestras vidas y en medio de eso, me quedé dormida con Woody Allen y su “Deconstructing Harry” de fondo durante toda la noche (no se por qué se repetía y se repetía). Un curso gratis de Hipnopedia que no sé que consecuencias traiga. Y no dormí bien, al igual varios días de esta semana. Y no se porqué. Un sueño liviano y luego un poco de insomnio.

Mañana volveré a tener novio después de una semana bastante ocupada (la de él, no la mia). Aunque él nunca dejó de tener novia. Una que va y le hace experimentos culinarios mientras él trabaja y trabaja. Que va y le da besitos en los intermedios mientras su compañero va al baño. Que intenta organizar su caos lo medianamente posible para hacer de su espacio, un espacio habitable. Y bueno, hoy es la inauguración de su exposición y yo, ya estoy muy vestida para el evento. Estrenando unas medias hermosas (pero terriblemente de mala calidad, ya las rompí) y una camisita blanca de pepas negras.

Y por casualidad, termino haciendo orden en mi vida también. Es sorprendente la basura que uno acumula. En cajitas, encontré mi basurero tecnológico. CDs y DVDs con información practica e inútil y el back up del back up. Así que estoy en la tarea de reorganizar (aunque pareciera casi imposible). Y encuentro tesoros (algunos que deben permanecer ocultos). Mis escritos desde el año 2000 y la vergüenza que me producen mucho de ellos (quien quita, de pronto me animo y “posteo” algo de mi fase de poeta). Muchas fotos. Algunas de personas que ya casi ni recuerdo, épocas “malsanas” de mucho icq y mIRC. Y otras, que me traen nostalgia y un poco de tristeza…. Y también emoción, no hay que negarlo. Cajitas de Pandora y la reconstrucción de varios años acumulados en datos, imágenes, textos. Al día de hoy, ya he eliminado 12 CDs y en vez de ellos tengo un dvd. Pero eso, solo es la punta del iceberg.

7.9.09

Milagritos.


Samuel no soportaba aquel gesto de Milagritos. Esa sonrisa, esa ceja justo ahí, medio levantada más que la otra, la ligera inclinación de la cabeza hacia el lado derecho y ese silencio que consideraba asqueroso y de mal gusto. –Vamos, que no estoy jugando. Le decía Samuel cada vez en un tono más alto y mas desesperado. –Vamos Milagritos, que si no haces lo tuyo, voy a romperte la cara o voy a despedazar a tu oso favorito.
-Pero qué quieres de mi? Tu no necesitas de milagros. Tu necesitas de una coca cola fría, un teléfono para pedir domicilios, un televisor, un amor invencible, un infiernito en secreto…….. Hasta donde yo sé, todo eso ya lo tienes. Que pierdas tu examen de matemáticas, es irrelevante. Le respondió Milagritos a su mejor amigo justo antes de terminar el recreo.

5.9.09

......... yo y el sábado ..........


Hace 8 días fué la Escafandra y la Mariposa.
Hoy, será Psicosis!!!!

Verano Fatal.



Te vi en un escenario intentando disparar
a este chico solitario, no me tengo que acercar,
tus ojos me encontraron en la última canción,
no sé si era una promesa o una premonición.

Te observo al descender y una extraña sensación después,
cómo poco a poco me voy empezando a encoger,
llegando a la ciudad la mujer del tiempo nos dirá
que a una primavera en calma siempre le sucederá un verano fatal.

No tenemos que escondernos alguien nos encontrará,
hacer siempre lo incorrecto es una forma de acertar,
la mañana nos recoge donde muere la ciudad,
yo buscando tu fuerza y tú mi debilidad.

Te vuelvo a escuchar en esa forma especial de hablar,
para ser un buen cantante tienes que desafinar,
hoy hace más calor y me tienes atrapado en tu rincón,
quien podría imaginar lo que nos iba a deparar un verano fatal.

Y aquí las noches llegan y nos pasan como un reactor
y todo lo que nace, nace casi como por error,
y las gaviotas chillan que ya está cerca el final de un verano fatal,
de un verano fatal.

Te pierdo entre la gente que ha venido a celebrar
que llega el presidente y dice que nos va a salvar,
veo pasos en la orilla y te vuelvo a encontrar
en el agua de rodillas cruzando hacia altamar.

Y hablamos del amor pero es la hora del adiós
y el viejo que no sabe nada con su acordeón
y al huir de la ciudad la mujer del tiempo nos dirá
que a un otoño desastroso siempre le precederá un verano fatal.

1.9.09

Fingiendo con Pascal.

Finjamos que Pascal llega a su casa y no hay nadie. Finjamos que piensa en mil cosas antes de sentarse a escribir. En cortarse las uñas, en comerse un acordeón con leche, en leer su horóscopo viejo y fatídico del domingo, en seguir con su lectura de Música para Camaleones. Pero ahí, en su cabeza están ciertas palabras y Pascal no sabe que hacer con ellas. Obvio que prefiere leer las de Truman que repetir una y otra vez ese desagradable discurso. Se sienta frente a esa hoja en blanco, se siente intimidada, no sabe por donde empezar o si quiere hacerlo y es que lo de ella son los pasteles, las galletitas, no las declaraciones ni las cartas ni el querido diario. Así que intenta hacerlo más fácil, va directo a Pink Floyd, a The Wall, exactamente a Confortably Numb. Melancolía que llama melancolía, tristeza que hostiga tristeza. Bah. Que no quiere. Entonces cambia Floyd por Pixies. The wall por Trompe Le Monde. Y a su perturbadora Confortably Numb por su feliz Alec Eiffel. Y es que ella no necesita llorar, aunque alguien le dice casualmente que el llanto existe para clavar en él las miserias y ella sabe que es cierto, pero Pascal cree que lo que necesita es gritar o llenarse el corazón de humo o irse a Memphis o tomarse algo muy frío hasta que su cabeza se congele. Pero ¿llorar? Para eso están sus sábados acompañados de La Escafandra y la Mariposa; las frasesitas célebres y rabiosas; las despedidas.

Finjamos que Pascal toma un lápiz. Finjamos que puede decir todo sin filtrarlo por etiqueta alguna y de paso, que puede interpretar con palabras perfectamente lo que siente. Finjamos que la carta tiene un remitente, uno en particular. Finjamos que la carta dice así:

Aquel X. (Ya no importa llamarlo de otra forma, aunque esta sea la que menos me guste).

Espero que ahora que se ha ido, se sienta más tranquilo, más a salvo del síndrome del turista. Que nunca regrese a donde no quiere, y de paso, que yo no esté ahí esperándolo. Más ahora que usted sabe unas cosas y yo sé otras. Sabe comprar tranquilidad a cambio de corazones rotos, mientras tanto yo sé que he perdido algo y no se bien que es, pero esta sensación de vacío no es gratuita; sabe más de cómo deshacerse de las molestias y yo sé ahora que las personas tienen las uñas menos largas que los lobos pero que saben usarlas mejor.

Espero también que el desprecio le de el tiempo suficiente para extrañar. Como yo también espero que extrañarlo me de el tiempo suficiente para aprender como usted, a despreciar aquello que no se entiende, que va en contra de la tranquilidad, sin posibilidad alguna de existencia en este mundo lógico. Y tal vez espere un agradecimiento por eso, tal vez es una buena enseñanza, pero hoy no voy a agradecerle nada, tal vez mañana, quien sabe.

Y es que a las malas como le gusta a usted, hasta yo puedo desaparecer todo completamente. Cerrar los ojos y ahogar a las arañas, a todas, una por una, sin despedida, sin razón, sin cuento de buenas noches. A las malas cualquiera es inexistente (buen pajazo mental ese), o se convierte en fantasma o se aferra inútilmente a cualquier frágil palo. A las malas, cualquier cosa es posible, y si este ha de ser nuestro método pues he de confiar en él. Por eso ya van 5 arañas muertitas y con eso se han ido un par de conversaciones, tres cafés y por lo menos, una noche, escoja usted cual prefiere y después de eso, sonría, su método funciona casi a la perfección.

Sin beso. Sin abrazo. Sin comedia y solo con una rayita de drama.

Pascal.

Pda: Lo curioso de todo es, que ahora que aprendí a preparar las fresas con pimienta negra y vino, solo usted se me ocurre para preparárselas.

Finjamos que la carta es enviada y que no es guardada en un cajón con las otras. Y es que Pascal no le tiene fe a las palabras, ni a crear conversaciones, ni monólogos, ni siquiera confía de las frases sueltas con Aquel X. Ya no.

Finjamos que Pascal no se enamoró. Finjamos que tampoco mintió ni que tampoco dijo verdad alguna. Que es un mal término medio. Y que mientras escribía la carta, se quemaron todas las galletitas y su cuarto se llenó de humo y la vez su corazón y ya no lloró. No, no lo hizo. Al menos, eso finge. Al menos, eso decimos.