21.9.09

Entre lo virtual y lo real.

La pregunta es: ¿ante la realidad prefiere usted la virtualidad? ¿o ante la virtualidad usted prefiere la realidad?. Depende del caso, depende de la persona obviamente y claro está, de cómo esté la situación.

En mi caso, por lo general, me quedo con la realidad, con ese café que uno puede ir a tomarse, incluso aunque sea uno indecente, de 5 minutos y que probablemente le va a caer mal a mi panza, que con una tarde entera de conversación en el chat, sobretodo una normal, que no revela nada, que no dice mucho y que puede ser una de tantas. Y que quede claro, no tengo nada en contra de las relaciones virtuales, finalmente así terminé ennoviada por 6 años y mi mejor amigo salió de icq y soy incapaz de llamarlo por su verdadero nombre, para mi siempre será Pink Tomate. Y de eso van ya como 8 años. Pero son relaciones que empezaron así y que luego trascendieron a la distancia, los bytes y los mails.

Lo que me parece ridículo del asunto, es que ante la imposibilidad de tener una relación con alguien (y aquí cada quien pensará en su mejor ejemplo), lo físico quede vetado, pero lo virtual no. Es decir, seamos amigos de de facebook, twitter, cuanta güevonada exista en la red, pero ni se te ocurra aparecerte en la vida real, nada de saludarme en la calle, mucho menos por teléfono, nada de algo que nos insinúe que somos medianamente conocidos y que hay un afecto de por medio, que tenemos una historia que trasciende a toda esa mierda. Ridículo porque si de sacar a alguien de la vida se trata, pues entonces habría que hacerlo de todas partes. Eso pues, cuando las cosas están mal, insoportables e insostenibles. Básico, por salud mental lo que uno debe hacer es borrarlo de todas las cosas que permitan seguirle la pista, espiarlo, buscarlo, enterarse de lo que uno no quiere saber. Pero la virtualidad permite ocultarse, “informarse”, seguir hilos y dejar otros para que lo sigan a uno. Borrar, bloquear, deshabilitar a “esa persona” y todo lo que tenga que ver con ella, puede ser considerado como un acto infantil, algo políticamente incorrecto, como un ataque de histeria. Y si, yo solo fui capaz de borrar a casi todos los amigos de mi “ex” en facebook en un ataque de esos y no con la cabeza fría. ¿Me sirvió? Claro, aunque sentí un poco de culpa por lo que pudieran pensar, finalmente yo les cortaba la cabeza en pro de mi salud mental y no porque ellos fueran antipáticos o demás, pero no quería enterarme de nada, cada vez que lo hacía terminaba en crisis. Morboso interés el mío por conocerle a su nueva chica o su nueva vida y seguir rearmando una historia que ya no me pertenece. Así que hay que agradecer en algunos casos la rabia. Esa que ayuda a cortar lazos a machetazos. Habría que confiar más en ella y dejar la culpabilidad de lado a la vez que la educación y los buenos modales. Repito, que esto es para casos extremos y para cuando “dejar a alguien” no es un pajazo mental.

Y bueno, para no ser tan extremista, hay casos en que las cosas se han deteriorado tanto, que uno no puede mirarse a la cara, conversar, tomarse ese café, que las relaciones solo “aguantan” la virtualidad. Unos paños de agua tibia que ayudan a aliviar en muchos casos esa distancia que se hace evidente y necesaria. En ese tiempo, las cosas deben enfriarse pero no lo suficiente. A veces se convierte en un tira-y-afloje absurdo, pero cada quien con su cuento. Y en algunas veces, pues ese mínimo contacto (pero suficiente para estar muy enterado) permite regresar a ese punto que parecía inflexible desde un principio.

Y es curioso, yo que tengo casi toda mi vida publicada, mi chico es el personaje mas arcaico y desinteresado del mundo en ese tipo de cosas. Revisa su correo cada 4 días, tiene facebook y ni siquiera sé por qué ya que lo revisa mucho menos que su correo, le he insistido por un flickr y me dice, si, si, pronto…… Jamás he chateado con él desde que lo conozco porque jamás lo he visto conectado en algún lugar y sabe que tengo un blog y le gusta que se lo lea a veces, pero no lo revisa como buscando quien sabe qué. El día que terminemos, si quiero encontrármelo será en la tienda de Doña Esperanza, porque por la red será difícil. Es algo extraño, pero me gusta así.


*Se oye: Wooly Bully de Sam The Sham And The Pharoahs.
Sympathy for the Devil de The Rolling Stones.
Berimbau de Astrud Gilberto.


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