4.
Camilo se
sentó en el andén bajo el árbol y esperó.
No sabía que, ni siquiera sabía si le iba a gustar el premio por su
espera, pero le pareció que era más sensato estar ahí que ir a trabajar, y es
que finalmente de los 769 días que llevaba en ese trabajo, había pasado
alrededor de 397 días trabajando con displicencia y pereza, 142 con un
desinterés moderado, 83 maldiciendo su suerte, 69 envidiando los trabajos de
sus amigos, 45 viajando a otros lugares desde su cabeza, 17 tomando la decisión
de mandar todo a la mierda, 10 redactando su carta de renuncia y 6 decidiendo aplazarla
pensando que tal vez mañana sería un mejor día.
Tal vez ese día era hoy, así que todo estaba decidido. Sacó un chicle de canela de su bolsillo, lo
metió a su boca, se puso sus audífonos y siguió esperando. Por último, sonrió.
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