26.7.12

T R E S


3.

Salió a caminar.  Le gustaba deslizarse entre las calles enmarañadas de la loma en que vivía.  Y aunque siempre podía ver los cerros para orientarse si se perdía, a Camilo le gustaba imaginarse que estaba en un laberinto.  Mientras daba vueltas en él, hacía un inventario visual de los árboles que veía.  Ya había aprendido a clasificarlos según el tipo de hoja, que si eran compuestas o elípticas, palmeadas o acorazonadas (de sus favoritos), lanceoladas, ovales o coníferas.  Reconocía fácilmente alrededor de 20 especies, de las cuales podía llamar solo a 12 por su nombre científico, a las 8 restantes las llamaba entre su nombre común y corriente. A eso de las 11, se encontró con uno de sus favoritos, el juglans neotrópica diels o nogal como lo llama frente a Juana para no confundirla.  Siempre que se topaba con unos de esos, esperaba encontrarse a un ñeque buscando comida a su alrededor, pero esta vez al igual que las otras veces ningún ñeque apareció, en vez de eso Camilo descubrió un pequeño papel rojo clavado en el tronco.  Al acercarse pudo leer claramente:

“Los que esperan tienen su premio”.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho la historia de Camilo. La estoy siguiendo con mucho juicio. Está muy buena.

Saludos.

la falsa alicia dijo...

La historia de Camilo hasta ahora solo tiene un pedacito más y luego no sé que iré a hacer con ella, supongo que no aparecerá tan seguido y tomará un nuevo ritmo. Pero gracias por seguirlo. Él seguro estará encantado.

Saludos de regreso!

Clau dijo...

Queremos una novela. Dale rienda suelta a la ficción.

Camilo dijo...

Gracias querida!

la falsa alicia dijo...

De nada querido!