22.10.07

-Eres emocionalmente inaccesible y temporalmente complicada. Gracias Mr. Brightside por la humilde opinión. No se cuántas veces va a decírmelo mientras tomamos whisky. Y cuantas veces voy a decirte yo, que prefiero ser una chica ruda. Claro, es difícil de creer. Siempre he sido una princesita, de esas de buenos modales, de cruzar siempre la pierna y dar las gracias con una sonrisa. Pero a esta altura de la vida, creo que es oportuno olvidarme de alguno de esos modales. De no ser tan sobria y echarme discursos magistrales antes de tirar con él y con cualquiera. Basta de engaños y apariencias. De fingir que la carne fresca no nos gusta y que siempre hay un camino correcto. Oh, los pasos a seguir, mi querido. Déjalo así Mr. Brightside porque seguro no te va a gustar lo que vas a seguir viendo. Tu sonríes entonces y me sirves otro whisky. Uno más fuerte para comprobar que lo que digo es cierto. Pero lo sabes bien, siempre terminaré con las mismas expresiones al final del trago. Te burlas de mi, pequeño Sócrates. Pero dejas de hacerlo cuando me acerco y te digo al oído las cosas sucias que quieres oír. Cuánto te gusta que no sea una princesita en ese momento. Y a mí cuanto me gusta que sea tan obvio el asunto, porque si el asunto se descarrila, ya sabemos por donde siempre podemos regresar. Y si, algún día no tendremos retorno. Tu vas a acelerar demás y nos vamos a estrellar. Yo solo te pido que sea rápido y que no me de cuenta de nada, que esté sonando una buena canción mientras tanto, que este a todo volumen y que yo este bailando con los ojos cerrados. No creo que sea mucho pedir. No creo por mas resentido que puedas ser, que quieras que me de cuenta absolutamente de todo. Hasta los más infames a veces tienen su lado tierno. Vamos Sócrates muéstrame tu lado tierno. Y cuando digo eso, siempre me muestras tus dientes, esos afiladitos que tienes siempre con tan buena disposición. Y cuando tú me pides que te muestre mi lado tierno, yo te llevo a volar, cariño. Y a nadar. Aprendimos a nadar en este mierdero juntos y eso fue hermoso. Pero tu me decías que no me acostumbrara a eso, que todo se iba a ir algún día. Y mientras tú decías eso, yo clavaba y me hundía más. Me gustaba tocar fondo. Y cada vez el fondo estaba mas lejos y una vez casi me ahogo y tu me rescataste y me advertiste que si no me comportaba me ibas a poner el flotador mas espantoso que encontraras. Y en verdad lo hiciste. Solo que antes que me lo pusieras levante mi mano derecha y juré no volver ahogarme en mierda alguna. Y ahora, protestas porque quieres que lo haga. En verdad que no te entiendo. Me dices que es porque en el cielo todo está bien y que si yo estoy ahí tú vas a poder estar tranquilito. Siempre eres tan considerado, que quiero llorar. Pero también hicimos un pacto sobre las lágrimas. Ahora se las vendo al mejor postor. Tú les pones su precio y buscas al comprador perfecto. Ambos sabíamos que con estos ojitos, esto de llorar iba a ser un negocio lucrativo. Ahora no lloro mas, se te acabó el negocio. Ahora no compras whisky a mis costillas. Pero igual encuentras otra chica con quien hacerlo. Es un bonito ciclo, no puedo negarlo, porque cuando quieres conseguir algo, eres tan sexy, incluso cuando esto se pone en blanco y negro, como ahora. En blanco y negro me gusta despedirme en cámara lenta y besarte en cámara lenta. En blanco y negro me gusta comportarme como una chica complaciente, pero digna. Pero por alguna razón, a vos eso te desespera. Eres un maldito Sócrates, porque arruinas los mejores momentos y eso que cada vez son menos. Tú prefieres que nos despellejemos con cortaúñas. Somos soldados, no peluqueros. Repite esto en voz alta y beberé todo el whisky que quieras y te prometo no hacer gesto alguno. Repítelo muchas veces y nos declararemos la guerra cagados de la risa y borrachos. El tiempo se nos acaba y yo tengo mis propios cuentos. Será como cuando jugamos risk esa noche y me dijiste que sabías mucho de estrategia porque conocías la historia y de porque fracasaban las batallas. Para que voy a negártelo, tu ego enorme te hacía un muy buen contrincante en ese momento. Y seguro sabías de historia, pero perder ese jueguito ante una mujer no era una posibilidad para ti. Era un encanto verte enfurecer ante la sorpresa de los dados y que esta chica, la de las fichas rojas, a veces también tuviera su as bajo la manga. Te gustaba irte con toda y aniquilar ejércitos de 15 soldados con otros de 50. Te encanta ese tipo de perspectiva, donde tienes las de ganar de manera aplastante. Y luego me decías, nena, es solo un juego. Y claro que es solo un juego. No tiene porque ser otra cosa sino esa. Y te venías con tus lecciones de historia, así, muy literalmente. A mi solo me gustaron aquellas del Barón Rojo. De resto, no quiero pasado alguno en mi vida. Y eso sí que puede poner denso el asunto. Pero te lo digo, Mr. Brightside, que el pasado, pasado es y que si no encuentro nada mejor que hacer con él que olvidarlo, no es tu problema. Tu por mi, puedes ver el canal de historia todo el tiempo, mientras yo estoy bajo la lluvia cantando tu canción favorita. Déjate de guevonadas y ven conmigo bajo la lluvia. Relajémonos un poco y pon una sonrisa en esa boquita que tanto me gusta. Relájate, que puedes matar mis soldaditos cuantas veces quieras. Pero no, tu te tomas otro whisky y llegas a mi borracho de promesas. Ni pasado ni futuro. Al menos no conmigo. Vos podés ser mejor que eso y por alguna razón que no entiendo, no quieres serlo. Te quieres comportar como un bastardito, un cretino. E insistes en golpear. Lindas maneras de acabar con todo. Pero aun así, prefiero mi final del carro, que a este patético que le estás dando. Pero bueno, Sócrates lo haremos a tu manera, porque a la final aquí el verdadero rudo sos vos. Yo solo me ilusiono con serlo.

No hay comentarios.: