Anoche el conejo blanco apareció. No tuve que seguirlo, él me siguió a mi. Me dijo que por favor lo encarnara por un rato y que de paso le prestara algo de ropa. El tenía algo que hacer y debía ir de manera discreta y conservadora, y es que está tan cansado de llegar a cualquier lugar y que todos lo señalen y que todos lo miren, oh conejito blanco, que esto, que lo otro, que si la reina de corazones…. es que ser del jet set del país de las maravillas no es tan fácil como todos creen, y es que yo lo sé, él es paranoico y no le gusta sentirse observado y que mas podía decirle yo a mi querido White Rabbit…….. tomé sus orejas, su nariz pequeñita y puntiaguda (me veía ridículamente con ella, porque detrás se escondía apretada mi nariz chueca y grande), tomé sus ojos rojos y le dí los mios, tomé algo de su blanca piel y le presté el poco maquillaje que yo tengo, le deje sus patas, porque esas son de buena suerte para él, y a cambio, le dí mi vestido de fiesta, ese que tanto le gusta y él se fue a hacer lo suyo y yo me quedé ahí, tomando vino, cenando con el chico de las maravillas que buscaba a la Falsa Alicia y solo encontraba al frente suyo, a este ridículo conejo blanco intentándole coquetear con una oreja chueca, medio borracha mientras culpaba al café de las vueltas que daba su cabeza.
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