Ella siempre tan ciclope y estrella con existencialismos monocromáticos y dispersa en la ciudad mientras se aferra a su mundo. Conoce a Satanás un día cualquiera y entre malas intenciones y desasosiegos. Tomas tres copas y se sientan a charlar. Se observan, se manifiestan, se aborrecen. Saben que ahora son amigos pero no cuentan con eso. Pocos lo hacen realmente. Satanás usa la camisa abierta y le gustan los colores rosas. Lleva los zapatos impecables y los dedos de sus manos parecieran desembocar en tragedia. Es horripilante a ciertas horas del día, de ersto parece tan normal que podría pasar desapercibido, pero no puede.
-Quisiera culparlo por eso, pero realmente no puedo, porque no lo entiendo.
Demasiado ilegible su naturaleza, su suerte.
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