Have a lucky day me decía siempre en las mañanas, después del beso de buenos días. Y si, tal vez me sentía un poco afortunada, hace rato que sentía que la tormenta había pasado y que había aprendido algunas cuantas lecciones para no sentirme amenazada de nuevo cuando el siniestro personaje intentara joderme. Por eso cuando me encontraba con él, sonreía bastante, me mostraba confiada, hablaba con dejo del pasado….. y claro está, nada de dramas, nada de revelar algún indicio de apego.
Pero después de dos años de andar jugando con él, nos encontramos frente a frente, con verdades a medias y mentiras bien dichas; con revelaciones que una vez aceptadas resultan tan obvias; con confesiones que solo muestran la realidad de la condición humana; secretos dichos a otros a los gritos pero decididamente ocultos a quien involucra de una u otra manera. Y después vienen las acusaciones, la rabia, la impotencia……. Después el desahogo, el alivio. Y al final el sentimiento de no saber qué hacer con todo eso.