Antiguo testamento, profetas menores.
Estamos de carnaval. Están todos los profetas y los no-profetas. Los oradores, los pecadores, los bienaventurados y los olvidados. Absolutamente todos. Me encuentro a Jonás y me saluda con un tono desinteresado y casual que me asusta. Intenta tener una conversación tranquila, pero hay algo que lo atraganta. Dice finalmente que tiene una profecía para mi, su última profecía. Dice que todos hablan y que pronto me cortarán la cabeza. Me decía eso mientras atrás de él, se enfilaba un circo invisible de payasos pobres. Desconcierto. Las palabras de Jonás se me hacen inentendibles de repente. Él sigue hablándome pero no soy capaz de entenderle. Tal vez son mis manos en las orejas o los payasos que se le pegan a la ropa hablando todos a la vez que no me dejan oírle con claridad. Jonás siempre dijo que sus profecías eran verdades intemporales y universales. Jonás siempre dijo que tenía clara conciencia de su misión y que así habla el Señor Yahvéh. Pero yo no creo que Yahvéh quiera cortarme la cabeza. Creo que a Jonás a comenzado a perturbarle andar con esos payasos pobres. Porque anda de un lado para otro, corriendo con una aguja en su mano derecha y muchos hilos en cada dedo, cosiéndoles la ropita sin clemencia. Quería Jonás que se vieran hermosos, para tener súbditos dignos de él. Jonás no quiere ser mas profeta, quiere ser el rey del circo. Y quiere tener un circo-reino inmenso en el mar, lejos de la tierra. Nos va abandonar y va a destruir la tierra y a dejarnos a todos jodidos. Jonás deja la túnica y ahora tiene una corona muy brillante y ridículamente poderosa. Pero finalmente todo conduce a lo mismo y aunque quisiste desviarte y cambiar la historia, a vos Jonás te ha tragado una ballena. Seguramente ahí adentro, te harás tu propio trono con las visceras de la ballena y harás que ella se trague al menos unos cuantos payasos pobres. No vas a darte el lujo de la soledad. Jonás necesita quien escuche su risa irónica de alguien sin uñas y colmillos. Jonás necesita de un buen sueño que lo haga olvidar quien es. Jonás necesita correr hasta que el corazón se detenga y le hable mas despacio. Pero Jonás se quedara absolutamente quieto en su trono. Y aunque grites, la tierra no va a tragarnos. Pero ten paciencia, que si la historia sigue como debería ser, en tres días la ballena va a vomitarte (aunque no creo que vaya a existir redención alguna). Y serás libre y podrás seguir siendo el rey de los payasitos pobres. No creo que importe tanto la verdad perder un profeta y ganar un rey. Aun quedan tantos en este carnaval que no se notará tu ausencia. Seguro serán los días mas felices de tu existencia, porque la verdad Jonás, te queda mejor la corona que las profecías.
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