Confieso que cuando conocí a Harold Crick por primera vez no me gustó. Eso de saber de primerazo que cada día de la semana, durante 12 años, Harold se lavaba cada uno de sus 32 dientes, 76 veces. 38 veces de atrás a adelante y 38 veces de arriba a abajo. Cada día de la semana, durante 12 años Harold se anudaba la corbata en un nudo simple en vez de uno doble, con lo que se ahorraba 43 segundos. Cada día de la semana, durante 12 años Harold corría a casi 57 pasos por cuadra por 6 cuadras, para alcanzar el autobús 17 a tiempo. Cada día de la semana, Harold revisaba 7.134 archivos de impuestos como agente del servicio interno fiscal. Era obvio que no sintiera amor a primera vista por este personaje. Necesité mas o menos de 20 minutos para empezar a sentir empatía. Y tanto recelo hacia él, es tal vez la manera de proteger el encuentro de uno mismo ahí reflejado, entre la rutina, los impuestos y la soledad no reconocida. En cambio, hay otras personas que llegan y que te confiesan que inmediatamente quisieron a Harold Crick, y es inevitable pensar que para quererlo de esa forma, es porque es un Harold Crick disfrazado de algo más. Así que disfruto unos minutos imaginando que hay de Crick en él. ¿La forma como organiza su ropa, en especial sus calzoncillos y medias? ¿Algún ritual en el desayuno? ¿Siempre café con determinado azúcar y revuelto por una cuchara que gira siempre a la derecha y solo por 4 veces? Pero no, Miguel resolvió rapidamente esa pregunta y nada de lo que pasó por mi cabeza pudo ni siquiera atinarle a su personalidad psicorrígida. Aún no entiendo como se pueden organizar discos por año, género, casa disquera, color de la carátula... ni siquiera pude quedarme con esa idea tal cual es y la estoy tergiversando, pero les aseguro, que es algo macabro. Mi mayor rareza musical es clasificar la música por estado anímico y eso que es solo algo mental y esporádico. Y mientras Miguel es un perfecto Harold Crick disfrazado de vaca, yo me inclino mas, por querer ser la escritora. Aquella que se imagina la muerte de sus personajes como si los encarnara. Si, prefiero eso. Prefiero hablar de los otros con aquella propiedad de la voz en off, del narrador omnipresente, como si yo supiera de que se trata la vida de los demás. Y tal vez, hoy a diferencia de tantos escritos, llamo a sus personas por el nombre y dejo de encubrirlos en mi ambigüedad literaria. Y es que siento ultimamente que estoy mas silenciosa, mas precavida de decir lo que pienso y siento. Tal vez por cuidar de una parte de mi historia, que voy construyendo y que me llevó a dejar tanto atrás y llamarlo olvido de la manera mas inverosimil que encontré para hacerlo, y siento miedo de perderla por esa sensación de vértigo y de mutación de la naturaleza humana, porque me conozco y sé de la ligereza que a veces envuelven mis sentimientos. Van y vienen, interpretados fantasiosamente, idealizados en pequeñas historias que escribo, que salen de la nada y que también por lo general terminan ahí. Así que por eso no hago drama y me digo a mi misma, cuando me descubro escribiendo una historia de estas, que es un monólogo y que por tanto, no hay que hacerlo público, que en tres días acabo de escribirlo y el mundo sigue su transcurso natural..... en fin, todo lo que decido callarme, sale en mis sueños. Y creo en mi silencio, pero después de dos días extraños, donde van mas las rayitas de drama que las de comedia, decido explotar un poco.
Por eso, hoy digo en voz alta y por escrito; a mi padre, que lamento tener pendiente escribir sobre él aunque tanto quisiera decir, porque ni siquiera entiendo el sentimiento que me lleva a ese vacío, a ese espacio en blanco después de tanto tiempo. a Leonardo, que extraño, aunque eso él no vaya a saberlo y mucho menos a creerlo. Lo extraño, aunque eso no cambie absolutamente nada. Lo extraño porque ha sido como mutilarme a mi misma y quitarme a las malas un pedazo de vida. Lo extraño, aunque entienda que la ausencia y la separación de caminos ha sido lo mas saludable para seguir con nuestras vidas y también que intuyo que hay algo natural en los finales inesperados que no encuentran otra forma para acabarse, que el suicidio. Al blue fucking rabbit, que la primera vez que se le conoce (a diferencia de a Harold Crick) uno se deslumbra, se encanta, pero una vez se le conoce su naturaleza, resulta hermosamente aburrido y aunque siempre será delicioso jugar ajedrez con él y tal vez irse a la cama, al otro día es como si absolutamente nada hubiera pasado. No hay rastro alguno mas que un pequeño sueño sicodelico. Igual eso está bien para ambos, ya que es un sentimiento recíproco y no necesitamos que todo sea trascendental en esta vida. A mi querido Alejandro, no le dejo nada por escrito, prefiero decirselo en la mañana, justo cuando despierto y es mi estado mas vulnerable y tal vez, el mas sincero.
¿Qué si soy bipolar Harold Crick? No, no soy, pero no estoy excenta a ser víctima de mi temperamento, de una intuición ingenua que me lleva a seguir las migas de pan que me deja la vida por ahí, de manera inesperada y hermosa a ver con qué me encuentro. Y mientras hoy hago el papel de escritora y mas bien, sufro pensando en como matarlo, confieso que prefiero ser la pastelera. Y como tal vez, hoy puedo asumir esa confesión, también sé que hubiera preferido sentir que me hablaban con mas sinceridad. Y eso, seguramente, suena a drama.
Por eso, hoy digo en voz alta y por escrito; a mi padre, que lamento tener pendiente escribir sobre él aunque tanto quisiera decir, porque ni siquiera entiendo el sentimiento que me lleva a ese vacío, a ese espacio en blanco después de tanto tiempo. a Leonardo, que extraño, aunque eso él no vaya a saberlo y mucho menos a creerlo. Lo extraño, aunque eso no cambie absolutamente nada. Lo extraño porque ha sido como mutilarme a mi misma y quitarme a las malas un pedazo de vida. Lo extraño, aunque entienda que la ausencia y la separación de caminos ha sido lo mas saludable para seguir con nuestras vidas y también que intuyo que hay algo natural en los finales inesperados que no encuentran otra forma para acabarse, que el suicidio. Al blue fucking rabbit, que la primera vez que se le conoce (a diferencia de a Harold Crick) uno se deslumbra, se encanta, pero una vez se le conoce su naturaleza, resulta hermosamente aburrido y aunque siempre será delicioso jugar ajedrez con él y tal vez irse a la cama, al otro día es como si absolutamente nada hubiera pasado. No hay rastro alguno mas que un pequeño sueño sicodelico. Igual eso está bien para ambos, ya que es un sentimiento recíproco y no necesitamos que todo sea trascendental en esta vida. A mi querido Alejandro, no le dejo nada por escrito, prefiero decirselo en la mañana, justo cuando despierto y es mi estado mas vulnerable y tal vez, el mas sincero.
¿Qué si soy bipolar Harold Crick? No, no soy, pero no estoy excenta a ser víctima de mi temperamento, de una intuición ingenua que me lleva a seguir las migas de pan que me deja la vida por ahí, de manera inesperada y hermosa a ver con qué me encuentro. Y mientras hoy hago el papel de escritora y mas bien, sufro pensando en como matarlo, confieso que prefiero ser la pastelera. Y como tal vez, hoy puedo asumir esa confesión, también sé que hubiera preferido sentir que me hablaban con mas sinceridad. Y eso, seguramente, suena a drama.
5 comentarios:
Mi querida Ana Pascal.
Yo también la prefiero a usted de galletera-pastelera, sirviendome porciones de leche y galleticas recien hechas, descalsurriada, con la mirada descansada, de apariencia fresca y errática a la abogada litiguista y amargada o la arquitecta ensimismada con sus tijeras de lobas bicolor.
No entiendo muy bien a que sinceridad se refiere, si a una del pasado, una del presente o una del futuro pero pues ojalá no la atormente demasiado y que por lo mismo mi muerte sea singularmente heroíca.
Se, también que suena a drama pero, querida escritora mía, tantas cruces en la sección de drama, me hacen desear un final de comedia, un final ordinario pero con dos amantes ilusionados tomados de las manos esperando simplemente envejecer en su par de rutinas.
Receta de Galletas de Mantequilla
Ingredientes para 4 personas:
* Mantequilla: 125 gramos
* Azúcar: 50 gramos (mucho menos en caso de Harold Crick.)
* Harina: 170 gramos
Preparación:
Tiempo estimado: 30 minutos
* En un bol se pone la harina, el azúcar y la mantequilla
* Con las manos bien limpias se mezcla todo muy bien hasta obtener una masa homogénea y consistente. Al principio no parece que tenga que cuajar debido a la gran cantidad de harina, pero tras trabajar la masa durante un rato va adquiriendo forma y consistencia
* Una vez que la masa está lista se divide en partes iguales y se les da la forma deseada procurando que cada galleta tenga un grosor aproximado de medio centímetro
* A continuación se coloca cada galleta cuidadosamente en una bandeja previamente enharinada
* Se pone la bandeja en el horno y se hornea durante 15 minutos a una temperatura de 180?
* En el momento que las galletas empiezan a quedar tostadas se retiran del horno y se dejan enfriar. Una vez enfriadas se pueden sacar de la bandeja y ya están listas para probarlas
* Estas galletas se pueden modificar añadiendo una cucharadita de cacao, frutos secos o canela en la mezcla de la masa dándole un sabor único y característico
NOTA: Estoy un paso mas cerca de ser la pastelera que la escritora (depende de que tan ricas me queden las galletas este fin de semana).
Muchas gracias por hacerlas bajitas en azúcar... En este momento me toca conformarme con unas Tosh de avena y frutos del bosque, acompañadas de un aromático café.
Pienso que superado el tema de la sinceridad, el único problema es seguir enumerando los puntos trágicos y cómicos que me acontecen... No se cuándo los vaya a contar, no se si para ese entonces haya tantos puntos de cada lado que me olvide del destino, de mi escritora, y simplemente, me dedique a vivir mi vida esperando lo que sea que me tenga que pasar.
PS. Le advertí que iba a haber comentario el finde y usted no creyó
¿Y si uno simplemente deja de oír la voz de la escritora y empieza escribir su propia historia?
...Recuerdo tus galletas de mantequilla de la misma manera que recuerdo las historias más bonitas escritas entre dos. Recuerdo también esa hermosa y delirante habilidad tuya para escribir como cierto lo que una fabula fabulosa fabuló y vivir adentro del sueño del que también he despertado yo. Me gusta cuando callas por que tambié estás presente dice un poeta chileno en su lado más rudo & cursi. Me gustan las películas contigo y las demás películas que nunca hemos filmado y sin embargo. de vos hoy me gusta tu mirada como siempre y tu vida tranquila, la que guarda ese amor correspondido que vi que te miraba con cariño alguna tarde, de no hace tanto, en Medellín. Me gustan tus galletas como la alegría de conocerte. Intentaré cocinarlas como vos...
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