12.3.09



Que no sueñe. Que no lleguen los ciegos, las apariciones, las advertencias. Y aun así, no hay nada que detenga a mi amigo el onírico todas las noches, una tras otra, sin descanso alguno. En aquel laberinto, hemos terminado el juego, yo me comí mi as bajo la manga, mientras usted me mostraba a sus tres reyes adornándolo, dejándolo mas bello y guapo de lo que siempre ha sido. Y usted, se llamaba así mismo ganador, y yo solo sentía indigestión, el plástico es un poco tóxico. En el laberinto, me encuentro a mi padre, que siempre aparece tan a menudo, tan cotidiano, que hace rato creo que me acompaña mas que intentar decirme algo. Y también nado y floto y me pierdo en agua, no existe nada mas y me sumerjo con mis secretos y me siento a salvo ahí abajo sumergida. Y soy un pequeño tsunami que no sabe arrasar con nada, apenas con unos cuantos caracoles y cangrejos. Y aparecen liebres y no hay que seguirlas, están ahí y les gusta que las acaricie. Gloomy Sunday. Y mi amigo Satanás se sienta en mis piernas y me pide que le cuente mi mejor cuento, y le digo que él se lo sabe mejor que nadie, que él mismo fue el que se lo inventó y que no solo me puso a narrarlo, sino a actuarlo tres veces por semana durante 6 meses, pero es tan bonito él, con sus ojos rojos y su sonrisa, que no puedo evitarlo y se lo cuento hasta que se queda dormido entre mis sueños. Y yo también me duermo y sueño que sueño. Y eso, noche tras noche. Y me despierto y usted me pregunta porque me cuesta tanto abrir la boca y decir buenos días o cualquier cosa, porque los ojos pesados, porque levito mientras me baño en vez de sostenerme de pie. Yo alcanzo a sonreír levemente mientras el agua se lleva a mis amigos los sonámbulos y comienzo abrir los ojos y como siempre, vuelvo a cerrarlos pronto. Soy fotofóbica y no tengo remedio.

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