12.6.08

un jueves cualquiera...

Son apenas las 11 a.m. y me día ya ha sido un poco surrealista. Disponer a levantarse a las 6:20 a.m. para ir a la plaza de palo quemao a las 6:30 (con cara de no baño y mucho trasnocho) pero despertarse a eso de las 5 a.m. y no conciliar mucho el sueño sino por lapsus que tiene sueños como cortos de una mala película. Recuerdo estar ganando en un casino con un juego muy extraño, ponía muchas fichas de colores en un tablero inentendible. Y así uno tras otro, ninguno muy interesante ni con alguna revelación. Y si, salimos a las 6:30 a.m. rumbo a palo quemao a abastecernos de frutas y verduras para esta nueva vida sana. E ir allá con una española que trata de ocultar su acento para que no nos cobren de más y seguro que en una que otra cosa lo hacen. Igual la cara de ambas revela bastante como para no intentar hacer uno que otro cobro de más. Llegamos a la casa ya un poco tarde, pero tenía la intención de desayunar decentemente y sin afán, así eso representara llegar un poco tarde a la oficina, con lo cual hoy no tenía problema alguno y luego de efectivamente el buen desayuno bañarse de afán en una ducha con calentador electrico (como lo odio) es un poco dramático. Luego Mariana me ofrece acercarme porque va en carro, un lindo volswagen no se que modelo (uno ya con bastante años encima) y empezamos una travesía atípica, una calle nos llevaba a otra que no necesitamos y la ruta finalmente fue un poco tortuosa y mas complicada que si nos hubiéramos ido por cualquier otra. De repente el carro comienza a fallar, y se apaga de vez en cuando, pero cuando uno va por la carrera 7 y está por el carril del medio y de repente se apaga el carro y no quiere volver a prender y tienes un camión de bomberos atrás pitando porque en teoría va hacia una emergencia y como no puede pasar, todos los carros en solidaridad porque no nos movemos (y seguro nadie se anima a pensar que estamos VARADAAAAS!!!) comienzan a acompañar al camión con pitos inclementes, Mariana colapsa y comienza a gritar y yo le pido que se relaje porque no tenemos mucho que hacer. Después de unos segundos de unos cuantos madrazos y pitazos el carro prende y podemos continuar la ruta. Y todo eso como en solo tres horas, pero ya estoy en la oficina, haciendo rayitas (obviamente me he tomado un receso) y en calma, especulando sobre muebles estilo rococó y las posibilidades en una sala de alguien que podemos casi casi considerar un “adulto contemporáneo” (ja, se que por esto vas a protestar mi queridisimo pink). Pero me iba gustando el acelere del día y las sorpresas con las que va llegando. Es como que uno no tiene mas hacer que vérselas con Murphy de vez en cuando frente a frente.

Conclusión: estoy muy feliz en mi nuevo hogar………… mas detalles adelante.

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