5.2.10

No es lo que parece. No es una historia de amor. Ni siquiera un drama o una comedia. Es más parecido a el trazo débil que se oculta, que al fuerte que se impone. Es como un malentendido o un desencuentro o una estupidez cualquiera. No es la gota que derrama el vaso, tampoco nada que nos haga perder la cabeza. No es el fin, ni tampoco el principio.

T H I S   I S   N O T   A   L O V E   S O N G



El turista regresa e intercambia unas palabras con el lobo que hace unos meses acechaba a su puerta. Están en una insípida tregua. El turista exhibe su pasaporte, habla de sus viajes de fin de año, de sus nuevas adquisiciones, de la nueva habitación de hotel. El lobo se sienta, pide un té, saca su cortaúñas y acto seguido va cortando sus garras con el suficiente cuidado de no dejarle un desastre al turista en la habitación 602, el lobo ha aprendido finalmente a ser educado si se lo propone.

Ambos están emocionados de verse y es que definitivamente se quieren, pero los eventos de los últimos meses fueron tan contundentes, que al turista y al lobo solo les quedó entenderse como un par de desconocidos. El lobo fue declarado por el ministerio (cualquiera que se preocupe por ese tipo de cosas) como un animal peligroso y de comportamiento agresivo e impredecible. Y el turista, se vio gustosamente obligado a acatar las órdenes del ministerio sobre suministrar la ubicación del lobo si la “supiera”, sobretodo teniendo en cuenta que si no, podría ser deportado a su país de origen (asunto aterrador para este, teniendo en cuenta la soledad a la que este le conduce). Fue así como el turista notificó al lobo que si intentaba contactarlo, no tendría otro remedio que denunciarlo. Una nota radical y concisa, o aburrida e inexpresiva según se quiera ver.

Ahora están frente a frente. Pero el turista seguirá siendo más frio y calculador en sus previsiones del futuro sobre lo que puede ocasionar un posible acercamiento, y el lobo seguirá siendo más animal e instintivo. Pero será el turista quien tiente al lobo, traicionado por su vanidad y por un poco de cariño y se aproxime lo suficiente para que el lobo vuelva a sentir su aroma e intente dar el primer mordisco. Y así sucede, el lobo no ha cambiado lo suficiente y por eso el turista sonríe en secreto, pero luego recuerda que no puede darse el lujo del ser el de antes, ahora hace parte de “los chicos buenos” y entonces decide mostrar indignación ante tal comportamiento. En teoría ahora ya no están para esos juegos. Son de mal gusto y no estarían aprobados por el ministerio y eso puede complicar su proceso de residencia si se llegaran a filtrar a la luz pública. El lobo esboza una consoladora sonrisa, después de todo no esperaba que el turista hiciera realidad sus fantasías (esas que sabe que tiene aunque no las diga en voz alta) pero verlo tan doblegado tampoco era necesario. Antes de despedirse, le admite que le habría gustado acertar aquel mordisco, pero que seguir intentando no está entre sus planes. Le deja de regalo su cortaúñas, para la próxima vez no va a necesitarlo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cedió a la tentación el turista. Y no lo culpo. Que frío el lobo para ser 'animal e instintivo'.

Saludos.

la falsa alicia dijo...

mmm, no sé.... a mi el que no me simpatiza tanto es el turista!!! pero es cuestión de gustos.