7.3.06

Erase una vez...

Hace un tiempo ya que no me hablo con la oveja 34. Ya no me hablo o no he tenido la necesidad de ir a decirle un par de retahílas. Eso puede significar dos cosas, la primera: que la vida se ha vuelto mas rosa y por ende ya no necesito de la jodida oveja 34 y de nuestros mensajes cifrados. O la segunda, que ya no se donde se encuentra mi querida oveja. Seguro me quedé dormida y le perdí el rastro. Ahora ya no sabré cuántos demonios caben en mi páncreas y en mi esófago y ya no sabré nada mas de Laura. Pero ya han pasado dos años y medio, no debería venirme con cuentos ahora de extraño a… Seguramente yo cerré todas las puertas y me fui de cualquier lugar en el que me encontrara por ese entonces y no dejé pedacitos de pan para que me encontraran en algún momento. Ahora me hago llamar La Falsa Alicia. Ahora ya no hablo con la oveja 34. Ahora teorizo sobre cerdos y conejos. Ahora mis manos cavan hoyos negros. Ahora el cuento es otro. Las cuatro paredes donde contaba ovejas, pues se quedaron lejos y quien sabe ahora quien andará en ellas. No quiero ni imaginarme que fue del hombre péndulo ni de la mujer-rosa-ojos-de-princesa-anoréxica. La ventana nunca revelará de nuevo lo que es. La Falsa Alicia no está mas encerrada. Nunca tiene tiempo para echarse llave y quedarse ahí, estupefacta, como en los viejos tiempos cuando tenía otras personalidades…. Ahora está en la ciudad fría y de vez en cuando en el País de las maravillas. Todo dual, pero no tan paralelo. El tiempo sabe distinto. Ahora anda con el cuento que no quiere detenerse. Está muy pretensioso. Y me fastidia un poco su actitud de no saber ir mas lento. Soy demasiado dramática para tolerarle sus tendencias sin armar una tormenta en un vaso con agua. El caso es que ahora hablo sola y en voz alta. Aunque eso no quiere decir que alguien me escuche. Hay algo de los viejos tiempos en eso… y en esto. Y es que uno nunca sabe que hay dentro de un hoyo negro. Ya me imagino que se viene encima. Hace rato que no abro ninguna cajita de Pandora.