11.
Si le
hubieran preguntado a Juana cuál era el “statu quo” de su vida, ella no habría
sabido que responder. Todo estaba
cambiando más rápido de lo que ella deseaba.
En los últimos meses, la vida le estaba exigiendo más y más, y ella más
desastrosa que hábil iba respondiendo, como podía, como le daba la gana, una
combinación entre torpeza, egoísmo e ingenuidad. Camilo siempre le celebraba el desubique a
Juana (tal vez porque así validaba su propio desubique). Le revolvía el pelo, la abrazaba bruscamente
y le decía que estaba chiflada con una gran sonrisa. Juana respiraba hondo, intentaba peinarse un
poco mientras lo miraba seriamente haciendo un gesto de desaprobación.
Camilo
era lo más cercano que tenía Juana en su vida a un oso grizzly. Uno brusco y juguetón. Y a veces agresivo y casi impredescible.